Diario La Realidad
Saharaui/DLRS, martes 12/05/2020. Foto: P. Dalmases
SABIOS/CULTURA/SAHARAUI
Muere Sidati
Selami, el sabio invidente saharaui que dedicó su vida a recopilar la cultura
oral del Sáhara Occidental
Catalunya Press/Artículo del experto
en la historia colonial del Sahara Occidental, exdirector de la Radio Sahara y
el periódico La Realidad en El Aaiun, Pablo Dalmases. Publicado hoy 12 de mayo en
el periódico Catalunya Press en recuerdo al sabio saharaui, fallecido esta semana en un hospital de Marruecos.
Entre 1974 y
principios de 1976 tuve la oportunidad de ejercer como periodista en la emisora
de radio que existía en El Aaiún, capital del entonces Sáhara español. Radio
Sáhara tenía como finalidad servir de vehículo de información en un inmenso
territorio desértico en el que el único medio capaz de llegar a casi todos sus
rincones era el radiofónico. Constituía, además, un excelente instrumento para
la conservación y difusión de la cultura autóctona y era una eficacísima
herramienta para la construcción de la identidad nacional y la defensa de los
derechos del pueblo saharaui frente a las pretensiones anexionistas de los
países vecinos.
Entre el casi
medio centenar de trabajadores de la emisora, que en parte eran españoles y en
parte, saharauis, encontré a un joven de apariencia tímida y mirada dulce. ¿He
dicho mirada? Pues sí y ello pese a que era invidente. Se trataba de Sidati
Selami. No hablaba español, por lo que siempre tuve que dialogar con él a
través de un intermediario, pero de inmediato surgió entre nosotros una
relación distendida y cordial. Sidati era un acreditado experto en la cultura
del país bidán, el que se extiende a lo largo de la zona atlántica del gran
desierto, principalmente por el Sáhara Occidental y Mauritania, aunque abarca
asimismo algunos territorios del Marruecos meridional y del occidente argelino
y malinés, siendo su principal peculiaridad, además del carácter nómada de sus
gentes, el uso por estas de la lengua hasanía, una variante del árabe.
Pese a su
invidencia, Sidati era un hombre intrépido que cargaba en su equipaje un
magnetófono de la época y se lanzaba por el desierto durante meses de frig en
frig (campamentos nómadas) en busca de leyendas, tradiciones, músicas,
canciones y retazos de la cultura bidán. Todo ello lo grababa, guardaba y al
cabo regresaba a la ciudad para montar dicho material en la radio y emitirlo,
lo que le convirtió en un personaje popular y en un referente indispensable y
respetado del patrimonio cultural saharaui.
De Sidati se
contaba que, pese a ser ciego, había aprendido a desmontar y reparar el
magnetófono que le acompañaba cuando se producía alguna avería. Y poseía una
memoria prodigiosa que le permitía recordar textos larguísimos en su
literalidad, sin equivocarse. El primero de todos, el sagrado Corán.
El doctor
Larosi Haidar, profesor de la Universidad de Granada, le dedicó un artículo
biográfico (Historia oral saharaui. Relato de un invidente) en el que relata su
origen y peripecia vital. Era nieto por vía materna de Chej el Uali, uno de los
numerosos hijos del legendario Chej Maelanin, fundador de Smara, pertinaz
enemigo de los franceses y docto erudito, que poseyó una importante biblioteca
en pleno desierto y al que se le atribuye la autoría de más de 300 textos.
Explica que
quedó ciego con pocos años, según el decir de los suyos por culpa del “mal de
ojo”. Sin embargo, su abuelo le profetizó que, pese a dicha minusvalía, sería
envidiado de sus contemporáneos por sus extraordinarias cualidades. Como así
fue. Memorizó de adolescente, además del libro sagrado, numerosos conocimientos
de gramática y literatura árabe, fue capaz de administrar un comercio familiar
(ha conservado hasta su muerte el cuaderno en el que anotaba los impagados) y
permaneció un par de años en Senegal gestionando un negocio.
Había nacido
en torno a 1940-1941 (en el desierto en aquellas calendas la fecha de
nacimiento era harto aproximada) y dice el profesor Haidar que se implicó en el
conflicto de 1957-1958, pero entonces era poco más que un fogueiris
(adolescente con la madurez necesaria para hacer el ramadán) y además
invidente, por lo que nos tememos que su participación debió ser más moral que
efectiva. No tengo constancia que en el asendereado panorama del Sáhara que yo
conocí tuviese una implicación directa en la vida política. De hecho, se puede
decir que no hacía ninguna falta: él hacía política hablando por la radio de la
cultura saharaui y creando conciencia entre la gente de su identidad nacional
propia y diferente de la de los demás países.
Pero si con
España no tuvo problema alguno, si los hubo con Marruecos porque, habiendo
permanecido en El Aaiún ocupado, fue detenido en 1987 y encarcelado hasta 1991.
Peor aún: me dicen que, como suele ser frecuente en los usos y costumbres de la
represión marroquí, la policía o sus adláteres violentaron su casa y
destrozaron su biblioteca, que hubo de reconstruir tras su puesta en libertad.
Le reencontré
en 2015 convertido en un anciano venerable de lenguas barbas, con la misma actitud
de 1974: sonriente, apacible, hospitalario, sabio, rodeado de libros y objetos
recogidos por el desierto. Me llega la “jabara” (noticia), de que acaba de
fallecer en Agadir, en uno de cuyos hospitales estuvo ingresado. Si en el
Sáhara se dice que cuando muere un anciano desaparece un libro, con la
desaparición de Sidati Selami es toda una biblioteca la que se ha perdido.
Aunque en su caso queda la obra: todo el material que recopiló, clasificó,
analizó, estudió y difundió. ¡Que Allah le haya acogido benévolo en su seno!
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