Dr. Sidi M. Omar, representante del Sahara Occidental ante la ONU |
ARTICULO DE OPINIÓN
La continua irresolución del conflicto del
Sahara Occidental:
El derecho a la libre determinación frente a la
realpolitik[1]
Dr. Sidi M. Omar[2].Representante del Frente
POLISARIO en las Naciones Unidas
Nueva York 27/06/2020 DLRS,-La ONU conmemora el 75º aniversario de su
creación el 26 junio, fecha en la que la Carta de las Naciones Unidas (ONU) fue
firmada por los representantes de 50 países en San Francisco, Estados Unidos de
América. Desde su creación, la ONU ha tenido un balance bastante mixto con
respecto al cumplimiento de los propósitos para los que fue creada. En resumen,
la ONU como organización intergubernamental ha superado la prueba del tiempo a
pesar de los innumerables desafíos derivados de sus inherentes desequilibrios
estructurales y de los continuos ataques al sistema multilateral que representa.
Un área que destaca entre los logros de la ONU es la descolonización. Aunque
las potencias coloniales de la época se opusieron firmemente a cualquier
referencia en la Carta de la ONU a la libre determinación o la independencia de
los pueblos y países colonizados (territorios no autónomos en consonancia con
la terminología de la ONU), el proceso de liberación de los pueblos colonizados
era irresistible e irreversible. La adopción de la resolución 1514 (XV) de la
Asamblea General de la ONU relativa a la Declaración sobre la concesión de la
independencia a los países y pueblos coloniales, el 14 de diciembre de1960, fue
un hito histórico que contribuyó significativamente a acelerar el proceso de descolonización,
lo que condujo al aumento del número de los miembros de las Naciones Unidas a medida
que más colonias alcanzaron la independencia. Hoy en día los pueblos de muchas
excolonias disfrutan de su libertad e independencia, pero lamentablemente el
colonialismo todavía dista de llegar a su fin. En la actualidad, hay 17
territorios no autónomos cuyos pueblos aún no han ejercido su derecho a la
libre determinación y a la independencia, incluido el Sahara Occidental, la
última colonia en África en la lista de la ONU de territorios no autónomos desde
1963. Sin embargo, la descolonización del Sahara Occidental se vio frustrada
cuando Marruecos invadió militarmente el territorio el 31 de octubre de 1975 en
violación de las resoluciones de la ONU y la opinión consultiva de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) del 16 de octubre de 1975 que afirmó que nunca
había existido ningún vínculo de soberanía territorial entre Marruecos y el
Sahara Occidental.
La ocupación militar del Sahara Occidental por
parte de Marruecos afectó de lleno dos principios fundamentales del orden
internacional vigente, a saber, el derecho de los pueblos a la libre determinación
y la inadmisibilidad de la adquisición de territorio por la fuerza. Sin
embargo, el Consejo de Seguridad, que tiene, en virtud de la Carta de la ONU,
la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad
internacionales, no tomó ninguna medida decisiva contra Marruecos por razones relacionadas
principalmente con la realpolitik. Obviamente, este no es el lugar para abordar
críticamente la realpolitik y su “aceptación dogmática” del poder como el determinante
fundamental de la política internacional, entre otras cosas. No se puede negar,
sin embargo, que su enfoque doctrinario centrado en el poder en la toma de
decisiones ha causado (y sigue causando) mucha inestabilidad e inseguridad en
muchas partes del mundo.
Incluso después de aprobar el Plan de Arreglo
de la ONU-OUA para el Sahara Occidental, que fue solemnemente aceptado por
ambas partes, el Frente POLISARIO y Marruecos, en agosto de 1988, el Consejo de
Seguridad con frecuencia no ha ejercido su autoridad para garantizar la
aplicación del plan.
Como resultado, 29 años después de la creación
de la Misión de la ONU en el Sahara Occidental, la MINURSO, el referéndum de
autodeterminación para el pueblo saharaui, que estaba previsto que se celebrarse
en 1992, todavía no se ha producido debido a varias razones. Primero, Marruecos
trató de determinar el resultado del referéndum de antemano transfiriendo a
miles de personas desde Marruecos al Sahara Occidental ocupado e insistiendo en
que debían incluirse en las listas de los votantes.
Segundo, la pasividad y la ambivalencia con las
que el Consejo de Seguridad se enfrentó a la actitud desafiante de Marruecos,
especialmente cuando Marruecos expresó que no estaba dispuesto a seguir con el
Plan de Arreglo en 2002. Tercero, los intentos de algunos sectores de
“acomodar” de alguna manera la posición marroquí buscando “soluciones políticas
basadas en la avenencia” como si el Plan de Arreglo de la ONU y la OUA no
hubiera sido la solución política mutuamente aceptable y basada en la avenencia
por excelencia. El hecho de que Marruecos haya renegado de sus compromisos en
el marco del Plan de Arreglo de la ONU y la OUA por temor a la expresión libre
y democrática del pueblo saharaui (hecho que demuestra el carácter
antidemocrático del régimen en el poder en Marruecos) no puede ser un argumento
para invalidar el plan de paz mutuamente aceptado o el referéndum como un proceso
democrático para la resolución de conflictos.
El enfoque pasivo y ambivalente con el que el
Consejo de Seguridad, bajo la influencia de algunos de sus miembros, ha
manejado el proceso de paz de la ONU en el Sahara Occidental en las últimas
décadas ha exacerbado la situación de conflicto y ha obstaculizado la búsqueda
de una solución pacífica y duradera. En este contexto, la causa fundamental de
la continua irresolución del conflicto del Sahara Occidental, en mi opinión,
sigue estribando en la tensión entre algunos enfoques basados en la doctrina de
la realpolitik, por una parte y el derecho de los pueblos colonizados a la
libre determinación y la independencia, por otra. Ni siquiera los recientes
intentos de conciliar estas posiciones contrapuestas han podido resistir la
influencia de la realpolitik, lo que ha dado como resultado enfoques
contradictorios y confusos. Un destacado ejemplo de ello se refleja en los
recientes llamamientos del Consejo de Seguridad a las dos partes, el Frente
POLISARIO y Marruecos, para que logren “una solución política realista, viable
y duradera basada en la avenencia” por una parte, y entablen “negociaciones sin
condiciones previas y de buena fe con miras a lograr una solución política
justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del
pueblo del Sahara Occidental”, por otra. Este tipo de “ambigüedad destructiva”
que se manifiesta en las recientes resoluciones del Consejo de Seguridad solo ha
generado más confusión incluso para los miembros del Consejo y ha ofrecido a
Marruecos más margen de maniobra para persistir en su política de
procrastinación y obstrucción. Sin duda, las negociaciones directas entre las
dos partes son esenciales para alcanzar una solución pacífica y sostenible al
conflicto. De hecho, el Plan de Arreglo de la ONU y la OUA fue el resultado de una
serie de negociaciones entre las dos partes y las Naciones Unidas. Sin embargo,
como he señalado en varias ocasiones, pedir a las dos partes que entablen
negociaciones para lograr una “solución política realista, viable” y
“mutuamente aceptable”, “que prevea la libre determinación del pueblo del
Sahara Occidental” es incompatible con los principios y reglas que rigen el
derecho de los pueblos coloniales a la libre determinación. Todas las
resoluciones pertinentes de la ONU y su doctrina jurídica, incluida la opinión
consultiva de la CIJ sobre el Sahara Occidental de 1975, afirman que la esencia
del derecho de los pueblos coloniales a la libre determinación es un proceso
democrático mediante el cual la voluntad del pueblo interesado se expresa con
conocimiento de causa y de manera libre y auténtica. Esto significa que la
voluntad del pueblo del Sahara Occidental, el único titular del derecho a la
libre determinación, debe expresarse sin ninguna interferencia extranjera de
ningún tipo. La expresión también debe ser auténtica y directa a través de los
procesos democráticos establecidos internacionalmente de los cuales el
referéndum es un proceso ampliamente usado, como, por ejemplo, se mostró en el
caso de Timor Oriental que tenía muchas similitudes con la situación del Sahara
Occidental. El enfoque contradictorio a la libre determinación sigue siendo la
causa fundamental del estancamiento al que en la actualidad se enfrenta el
proceso de paz de la ONU en el Sahara Occidental. Esta situación se ve agravada
por la contundente negativa de Marruecos a participar en negociaciones directas
bajo los auspicios de la ONU para lograr una solución pacífica, a pesar de su
retórica y sus maniobras de relaciones públicas. Como he señalado en varias
ocasiones, el objetivo estratégico de Marruecos es el de mantener el statu quo
y, por lo tanto, su opción preferida es la continua irresolución del conflicto.
No obstante, si algunos han aceptado esa
situación bajo la influencia de la realpolitik u otras consideraciones, el
Frente POLISARIO y el pueblo del Sahara Occidental nunca la aceptarán. La invasión
militar y la ocupación ilegal del Sahara Occidental en 1975 por parte de
Marruecos, independientemente de sus motivos políticos y económicos, implicaban
también una negación de la existencia del pueblo saharaui y de su derecho a la
libre determinación y la independencia. La expresión práctica de esta negación
fue el bombardeo de civiles saharauis con napalm y fósforo blanco y la política
de tierra quemada practicada por las fuerzas marroquíes en el Sahara
Occidental. También se refleja en las diversas formas de violencia que se
ejercen hoy en día contra la población civil en los territorios ocupados y en
la destrucción deliberada del patrimonio cultural saharaui. La lucha librada
por el pueblo saharaui bajo el liderazgo del Frente POLISARIO es, por lo tanto,
una lucha por defender su identidad nacional y su derecho legítimo a existir
como un pueblo libre y soberano en su propia tierra.
La comunidad internacional debe saber, desde la
experiencia pasada y presente, que los regímenes antidemocráticos, a pesar de
su aparente estabilidad, son intrínsecamente inestables, especialmente en la
era de la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos y de los
pueblos. Aquellos que están realmente preocupados por la estabilidad y la
seguridad en el norte de África deberían replantearse sus políticas hacia la
región en general y la cuestión del Sahara Occidental en particular. Por ello, deberían
desistir de ver y abordar el tema exclusivamente desde el punto de vista de la
realpolitik o la política del equilibrio de poder en cuyo nombre regímenes
déspotas han oprimido a muchos pueblos y han causado conflictos violentos y la
inseguridad en muchas partes del mundo. Ha llegado el momento de que algunos
sectores se den cuenta de que apoyar al régimen autocrático en Marruecos no es ninguna
garantía de la paz y la estabilidad regionales en el norte de África. El
Consejo de Seguridad, en particular, debe asumir su responsabilidad y no debe
esperar a que la situación de conflicto en el Sahara Occidental se deteriore y
se convierta en una grave fuente de inestabilidad tanto dentro como fuera de la
región.
En conclusión, la naturaleza jurídica y
política de la cuestión del Sahara Occidental como un caso de descolonización
es incuestionablemente clara. Por lo tanto, la cuestión que se presenta ante la
ONU en la fecha de celebración del 75º aniversario de su creación es la
siguiente: ¿permitimos que la realpolitik y “la ley del más fuerte” prevalezcan
en el caso del Sahara Occidental, y permitir así que la ocupación ilegal
marroquí de partes del territorio continúe con impunidad, o defendemos los
principios fundamentales que sustentan el orden internacional vigente, y
defender así sin reservas el ejercicio libre y democrático por parte del pueblo
del Sahara Occidental de su derecho inalienable a la libre determinación y la
independencia conforme a la doctrina de la ONU relativa a la descolonización?
Sin duda, la “ley del más fuerte” no puede ser una opción, de lo contrario
muchos pueblos y países, incluidos los Estados Miembros de la ONU, habrían
permanecido bajo el yugo del colonialismo y la ocupación extranjera. Por lo
tanto, la única opción viable es permitir al pueblo del Sahara Occidental un
proceso democrático mediante el cual pueda ejercer libre y democráticamente su
derecho a la libre determinación y la independencia. Todos los principios
democráticos básicos y las normas del derecho internacional apoyan esta
legítima aspiración, y es hora de que la comunidad internacional la apoye
igualmente no solo en palabras sino también en hechos.
[2] Dr. Sidi M. Omar
(https://uji.academia.edu/SidiOmar) tiene Doctorado Europeo en Estudios de Paz
y Conflictos
de
la Universitat Jaume I de Castellón en España. En su calidad de profesor
invitado, ha impartido cursos de
postgrado
sobre la resolución de conflictos, la mediación y la negociación en varias
universidades en África,
América
Latina, Asia, EE. UU y Europa
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