Diario La Realidad Saharaui/DLRS, 08/08/2020
ARTICULO DE OPINIÓN
Marruecos: la enfermedad de su rey visiblemente demacrado y la Covid
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Texto Original en árabe, del periodista y
escritor saharaui especializado en transformación de conflictos,
En un discurso dirigido al pueblo marroquí el
pasado 30 de julio con ocasión del XXI aniversario de su llegada al trono, el
rey Mohamed VI habló de la difícil situación que atraviesa su país y de que las
consecuencias derivadas de la pandemia del Coronavirus serán “duras”. Prometió
“iniciar un plan ambicioso de reactivación económica”.
Desde que sucedió a su padre Hasan II en julio
de 1999, el Monarca de 56 años nunca había aparecido en un estado de salud tan
serio, posiblemente como consecuencia de la operación quirúrgica de corazón a
la que fue sometido a mediados del pasado mes de junio.
Algunos medios de información reportaron cómo
leía el discurso “sin mirar a la cámara”, estaba “más delgado”, con aspecto
“desmejorado” y con “algunas dificultades para hablar”.
Mohamed VI ya había afrontado en Francia en
febrero de 2018 una operación quirúrgica que consistía en “una ablación por
radio frecuencia” para estabilizar el ritmo cardiaco. El diario El Mundo señaló
en su edición del 2 de octubre de 2019 que el Monarca según algunas voces tenía
“una enfermedad crónica grave llamada sarcoidosis, que afecta a los pulmones,
los riñones, los ojos y el corazón” y que “sus efectos colaterales van desde
trastornos del sueño” hasta secuelas de “tumor”.
Se habla de que Mohamed VI estaría
recuperándose de la reciente operación quirúrgica mientras que observadores
apuntan a que el estado de salud del monarca podría no permitirle ejercer con
normalidad las funciones de jefe de Estado en el futuro.
La pandemia que azota el Reino desde marzo
pasado y que ha provocado 26196 de casos afectados y 401 fallecidos según las
estadísticas locales acapara la atención de la mayor parte de los marroquíes.
Una pandemia que se produce en un país que cuenta con infraestructuras
precarias tanto a nivel social como sanitario.
En el aspecto social, el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo había indicado en un informe del año pasado que el
45,7% de los marroquíes viven en un contexto de privación y pobreza graves, con
el riesgo de amplia alza en éste y en los próximos años.
En lo que respecta al plano económico, el Covid
19 ha paralizado prácticamente sectores importantes como el turismo provocando
el más bajo índice de crecimiento en las dos últimas décadas. A lo que se añade
la sequía que ha afectado duramente el sector agrícola con muy pobres cosechas
provocando la mayor caída en la producción agrícola en los últimos tres años.
El monarca no ha podido ocultar en su discurso
la difícil situación que atraviesa su país, apostilló que la pandemia ha
incidido enormemente en los “ingresos” de las familias marroquíes y en el
presupuesto del Estado. Y presagió que sus “repercusiones serán duras”.
Frente a esta situación, el rey Mohamed VI
prometió “iniciar un plan de reactivación económica ambicioso” por el que se
inyectarán 120 mil millones de Dírhams; (11 mil millones de dólares) en la
economía nacional que colocarán a Marruecos “entre los países más audaces en
materia de política de reactivación económica postcrisis”.
Lo cierto es que la deuda externa de Marruecos
alcanzó a principios de 2020 alrededor de 334 mil millones de dírhams (35 mil
millones dólares), incrementándose de manera muy sustancial a causa del
endeudamiento externo al que ha tenido que recurrir Marruecos para hacer frente
a la pandemia. Situación que ha obligado a Rabat a pedir préstamos por valor de
3 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, seguida de un préstamo
a la misma Institución de 48 millones de dólares. Y la obtención de préstamos
de la Unión Europea y del Fondo Monetario Árabe por valor de 100 millones de
euros y 127 millones de dólares respectivamente. A esto se suman préstamos
menores de otras instituciones.
Observadores internacionales no descartan que
Rabat recurriera a más préstamos para hacer frente a la recesión económica y a
las repercusiones del Coronavirus. Todo esto en un momento en que ha disminuido
el apoyo financiero de los países del Golfo y ha decrecido la demanda de los
mercados europeos según ha indicado la Compañía Estadounidense de Asesoría
financiera Bloomberg.
No se descarta que las incidencias de la
pandemia que el monarca dijo tendrán “duras” consecuencias, tuvieran repercusiones
negativas sobre una economía de por sí ya en dificultades. Ni tampoco se puede
desechar que por su efecto no se produjeran manifestaciones populares y
disturbios que pondrían en entredicho la estabilidad del País.
Para aliviar la tensión social que vive el país,
particularmente la región del Norte de Marruecos, Mohamed VI decretó el perdón
indultando algunos activistas del movimiento Hirak del Rif, sin que la
liberación abarcara su líder Naser Zafzafi.
Se trata de un “gesto” que no pasa inadvertido
para muchos, puesto que curiosamente coincide con la detención de Omar Radi,
periodista y activista de derechos humanos que las autoridades marroquíes le atribuyen
“espiar para potencias extranjeras”. Amnistía Internacional había advertido que
el régimen marroquí podría haber estado espiando su teléfono móvil a través del
programa “Pegasus” comprado a Israel.
Por otro lado, en caso de que el príncipe
heredero Hasan asumiera las riendas del poder, tendrá que hacer frente a la
pesada herencia de su padre representada en la cuestión del Sahara Occidental.
Herencia que ha dejado su abuelo Hasan II al ocupar el Territorio en 1975. A
esto, se sumarían los graves retos económicos, sociales y sanitarios que no
están exentos de tener repercusiones profundas y de largo alcance aún después
del Coronavirus.
Abdicar en su hijo de 17 años, requeriría crear
un Consejo de Regencia que ejercería los poderes constitucionales del monarca
hasta cumplir los 18 años, que posteriormente se transformaría en un órgano
consultivo hasta cumplir Hassan a los 20 años.
Está aún por ver la vía que emprenderá
Marruecos respecto a la cuestión del Sahara Occidental con la situación que se
avecina. Si buscará una solución que ponga término al conflicto o si por el
contrario seguirá en la postura adoptada hasta ahora.
A diferencia de su discurso el año pasado en el
que enfatizó sobre la “marroquinidad del Sahara Occidental” y que “ no
contemplaba otra solución fuera de la soberanía marroquí y en el marco de la
autonomía”, llama la atención esta vez que, el rey de Marruecos no ha abordado
la cuestión del Sahara occidental.
Marruecos podría estar dando cuenta, ahora más que
nunca, que su lugar idóneo reside en la agrupación Magrebí capaz de afrontar
los retos de manera conjunta. Mientras que los países del Magreb enfrentan el Coronavirus de manera individual, la UE ha dado ejemplo de cómo conjuntamente a
través de sus políticas económicas hace frente a la pandemia.
La no solución de la cuestión del Sahara
Occidental que lleva más de cuatro décadas sin resolverse, constituye el
principal escollo para cualquier unión económica e integración regional. Además
del elevado costo político y económico que representa, principalmente para
Marruecos, pesa ampliamente sobre la estabilidad y el desarrollo del País.
La salud del monarca marroquí se sigue con
mucha preocupación por las cancillerías occidentales, particularmente en cuanto
a poder continuar frente al reino. Su posible abdicación en medio de los serios
retos que vive Marruecos, plantea un desafío de más, para esos círculos
centrados en sus problemas económicos y sociales derivados de la pandemia.
Tras el fallecimiento de Hassan II en Julio de
1999, esos círculos particularmente el ex presidente Francés Jack Chirac
expresó su rechazo de que se aplicaran los acuerdos de Houston celebrados en
1997 entre Marruecos y el frente Polisario bajo los auspicios del ex Secretario
de Estado Americano James Baker en su calidad de Representante Personal del
Secretario General de las Naciones Unidas.
Chirac veía que esos acuerdos encerraban la
celebración de un referéndum de autodeterminación que llevaría a la
independencia del Sahara Occidental cuyo resultado según el ex mandatario
Francés, Mohamed VI recientemente llegado al trono, difícilmente podría
soportar. Es posible que esa misma percepción domine en las cancillerías
occidentales en cuanto al traspaso del poder de Mohamed VI a su hijo.
La crisis que vive Marruecos y que tiene viso
de prolongarse, podría hacer pensar a Rabat que la no solución de la cuestión
del Sahara Occidental acarrearía en estas circunstancias efectos contrarios a
los pretendidos.
Algunos expertos vaticinan que la pandemia
coronavirus afectará a los estados de diferente manera y al sistema mundial en
su forma actual. Posiblemente veremos un nuevo orden mundial en el que hay una
gran probabilidad que el Marruecos post corona no será el mismo de antes.
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