Diario La Realidad Saharaui/DLRS, miércoles 12 de agosto 2020
NOVEDADES LITERARIAS SAHARA
OCCIDENTAL
1.
Un repaso al
español saharaui, legado lingüístico heredado del periodo colonial, texto del
periodista Sergi Doria publicado hoy miércoles 12/08/2020 en el periódico ABC
2.
El Sahara
que habla español
3.
Pablo
Ignacio de Dalmases compila la literatura en español de tema sahariano
4. Documental “Tinta y Arena” del profesor José Luis Martin sobre sus años en Auserd, Tenuaka y Bir Nazaran
En noviembre de 1975 España renunció al Sahara
occidental, en plena agonía del general Franco. En medio de la hostilidad
internacional y la presión mediática de la Marcha Verde que orquestó Hassan II
ante la ONU, concluía la crónica colonial española en el África occidental. A
diferencia de otras naciones europeas como Reino Unido, Francia o Portugal, la
presencia de España en el Sahara e Ifni se redujo a la explotación de los
fosfatos y poco más. Hoy, el imaginario sahariano se recuerda en la filatelia
conmemorativa de los tiempos del franquismo: aquello sellos de beduinos,
dromedarios, mapas de Fernando Poo y Río Muni y poco más.
Desde el siglo XIX, el interés puramente
estratégico y militar contrastaba con la ausencia de una literatura que no
fueran informes funcionariales o las memorias de viajes comerciales.
Pablo Ignacio de Dalmases (Barcelona, 1945),
que fue el último periodista español en abandonar el Sahara en el año 1976 como
director de TVE y RNE y del diario La Realidad de El Aaiún, ha compilado en la
obra Sahara Occidental e Ifni en la ficción literaria (Sial/Casa de África) la
literatura en español de tema sahariano.
Si bien España no contó, como Inglaterra o
Francia, con un Kipling ni un Saint-Exupéry, la bibliografía del Sahara que
reúne Dalmases suma medio centenar largo de títulos.
La lista se abre con El capitán Fémor (1886) de Antonio L. Rosso, la primera obra narrativa ambientada en territorio sahariano. Habría de pasar un cuarto de siglo hasta que otro autor español se refiriera al Sahara occidental. En 1911 José María Folch y Torres firmó un libro de cuentos infantiles de ambiente colonial titulado África española. Director del Patufet, semanario infantil catalanista, Folch y Torres imaginaba un Sahara con tigres y describía a sus habitantes desde el supremacismo colonialista.
Hasta su provincialización de 1958 en el África
española «no hubo prácticamente civiles, salvo algún funcionario, maestro,
sacerdote o visitante ocasional… no es de extrañar que la narrativa de tema
sahariano fuese obra de militares», explica Dalmases. Historias bien
documentadas que encubren memorias personales contadas a través de unos
personajes de ficción. Fue, precisamente, tras la retirada española de 1976,
cuando la bibliografía sahariana gana amplitud. Aquel año, señala Dalmases, «se
consumó uno de los mayores dislates de la política contemporánea de España y un
genocidio cultural». Marruecos y Mauritania diluyeron la cultura saharaui y
borraron las huellas de la colonia, isla española en el mar de la francofonía.
Nombres hoy olvidados se entremezclan con
autores tan conocidos como Alberto Vázquez Figueroa (Arena y viento, El mar de
jade), Jesús Torbado (El imperio de arena), Javier Reverte (El médico de Ifni),
Reyes Monforte (Besos de arena), o el premio Nobel Le Clézio (Desierto). La
literatura oral sahariana cuenta con antologías de autoría española como Bajo
la jaima de Fernando Pinto Cebrián y Antonio Jiménez Trigueros o los Cuentos
saharauis que recopilan Carme Aris y Lluïsa Cladellas.
Aunque a mediados de los cincuenta comenzaron a
funcionar en el Sahara las primeras escuelas, la implantación de la lengua
española da un magro balance: «Fue autodidacta en buena parte de la población
que aprendió un español coloquial basado en relaciones de vecindad o laborales;
los más afortunados pudieron estudiar en centros de enseñanza oficiales, en las
Canarias, o siguiendo cursos por la radio», explica Dalmases.
Hoy, la presencia cultural española está
supeditada al difícil equilibrio entre las relaciones con Marruecos y la
existencia de la RASD[1]
saharaui. La garantizan algunos gobiernos autónomos, oenegés y las familias que
participan en el programa «Vacaciones en paz» para acoger cada verano a niños
saharauis: «A su regreso, los mejores agentes de difusión de la lengua
española», acota Dalmases.
De esos saharauis nacidos en los años sesenta y setenta surgió en 2005 la «Generación de la Amistad», autores que escriben en español, un español que aprendieron ‘algunos en el Sahara y otros’ en Cuba.
En su manifiesto fundacional pedían a la RAE y
al Instituto Cervantes ser reconocidos como pueblo ‘afro’-árabe de habla
hispana. Entre los firmantes, los poetas Limam Boisha, Bahia Mahmud Awah, Ebnu
(pseudónimo de Mohamed Salem Abdelfatah) o Ali Salem Iselmu. Todos comparten
infancias de guerra, exilios y campos de refugiados.
Gracias a ellos y a quienes se resisten a
obviar más de un siglo de historia colonial, el español sigue siendo la lengua
de los saharauis. “Y en coexistencia con su lengua natal hasania. Un hibrido compuesto
del árabe, lenguas africanas como la senhaya en sus variantes, zenaga y mezaba”.
Nota de DLRS
“Profesores testigos de ese periodo cuando se
introdujo la lengua de Cervantes en la excolonia española, Sahara, actual
República Saharaui, RASD, nos explican sus pasos con ‘tizas, tintas y arenas’ cuando
daban clases en el territorio saharaui.
DOCUMETNAL TINTA Y ARENA, del profesor José
Luis Martin quien estuvo en las Escuelas Nómadas Itinerantes y los colegios de
Auserd y Bir Nazaran finales de los años sesenta.
Vídeo TINTA y ARENA 1 parte “Tinta y Arena”
Vídeo TINTA Y ARENA 2 parte
[1] República Árabe Sahara Democrática, RASD
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