Diario La Realidad Saharaui/DLRS, 30/11/2020 صحيفة الواقع الصحراوي
ARTÍCULO
DE OPINIÓN
El
Guerguerat saharaui: un bocado envenenado. Alien Uld Habib Uld Kentaui, intelectual y diplomático
saharaui
La
segunda guerra saharaui-marroquí ha estallado. El futuro de la convivencia y la
paz regional penden de sus resultados; opinión expresa por expertos en el
conflicto y convicción afianzada de los vecinos del pueblo saharaui que
comparten en carne propia el dolor del aguijón del expansionismo.
Si
a finales del siglo XVI la codicia del expansionismo marroquí eran las salinas
de Tagaza, el control del oro y el fabuloso nudo comercial de Malí. Hoy son los
grandes yacimientos de fosfatos de Bucraa, los caladeros del Sáhara Occidental
y las enormes reservas de hierro de Edjbeilat en Argelia y Zouerat en
Mauritania. La insaciable bulimia se agrava, y las fronteras movedizas de
Marruecos solo terminarían donde terminan los recursos, o donde empieza la
contundencia del amenazado. Se están dando pasos hacia el telurio y otros
minerales raros en las costas Canario-Saharianas. Cunde un pánico reprimido en
los think tank españoles.
Los
burdos argumentos no escasean. Ayer se falsificaba la historia; hoy Marruecos
descubre sus “raíces amputadas de África” y surge una imperiosa necesidad de la
contigüidad de las fronteras con el África negra. Hoy es el Gargarat. Otro
amanecer, serian Rosso, Walata y Bordj El Mohktar e In Guezzam en el extremo
sur de Mauritania y Argelia respectivamente. Las Islas Canarias por la
apetitosa atracción de minerales recientemente descubiertos, pronto se
incluiría en el cesto del quimérico imperio. Saldrán a relucir descabelladas
teorías: la prolongación natural de la plataforma continental de Marruecos, o
un mítico origen Beréber de los Guanches. Las millas marítimas comienzan a
dilatarse hacia las islas. Solo el atragantado en la aventura del Sáhara impide
un inminente tsunami.
La
nueva confrontación es existencial, no solo para el pueblo saharaui. Esta vez,
la indiferencia o la imparcialidad de los vecinos sería un suicidio
estratégico.
La impasibilidad
de la comunidad internacional, dio alas al expansionismo marroquí, redujo las
resoluciones de la Asamblea general sobre el Sáhara Occidental en papel mojado,
en obsoleto al veredicto de la corte internacional de justicia, vaciado de su
contenido al dictamen de la Corte Europea de Justicia y en un frustrante
proceso sin fin al plan de arreglo. Tres décadas de espera, paciencia, y buena
voluntad del pueblo saharaui ridiculizadas; mientras la represión, el saqueo de
los recursos naturales y el desafío se apremiaban por los supuestos guardianes
del templo de la legalidad. Para colmo de la decepción, la MINURSO confunde su
misión de organizar un referéndum de autodeterminación para el pueblo del
Sáhara Occidental con el de vigilante del tránsito de negocios ilícitos en El Guerguerat,
y la aquiescencia a los caprichos del ocupante.
Quizás,
en toda la historia de las NU, nadie sobrepasaría el respeto y veneración
mostrados por el pueblo saharaui hacia esta organización internacional, y
quizás nada superaría el desaire mostrado por las NU hacia el pueblo saharaui.
Su deferencia y confianza en la legalidad internacional fueron interpretados
como ingenuidad y su flexibilidad y búsqueda de una solución pacífica como
debilidad. La única vía que se le ofrece es un grito de exasperación y el
retorno a las armas: la opción más odiada. Quizás, la más honorable en esta
tesitura.
Rabat
alentado, embarca en la aciaga operación del Guerguerat; fantasea como colmada
y legitimada su ocupación del territorio saharaui. Sin tedio, en una alianza
impía, un siniestro aquelarre se congrega en celebraciones. La cuna de la
revolución en Europa bendice el esperpento con sus caducos “égalité, liberté et
fraternité”; la expotencia colonial, constantemente timada, huidiza y cómplice,
jalea ¡olé, olé!; desde el Medio Oriente, Ali Baba y sus secuaces se suman a la
algara en nombre de la solidaridad monárquica; otros husmean en espera de
jugosas promesas en un hipotético festín. Despavoridos, se espantan ahuyentados
ante el increíble y súbito rugir del pueblo saharaui. Marruecos, horrorizado
enmudece, se percata tardío del peligro de vender la piel del león antes de
cazarlo.
El
mundo se sorprende por la determinación, unidad y tenacidad del pueblo
saharaui. Una vez más confunde los análisis clásicos y estrategas de despacho.
Las falsas ilusiones de apostar por su fatiga y desmoralización se desvanecen. El
Guerguerat se convierte en el gran error estratégico de Marruecos.
¡Quien
siembra vientos cosecha tempestades!
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