*Traducción: Poemario por un Sahara Libre. Fuente: RASD 24
«O nos exterminarán y no
quedará ningún saharaui sobre la faz de la tierra o lograremos nuestra
independencia y conquistaremos nuestro derecho, arrebatándolo de las manos de
los enemigos invasores, quieran o no quieran» Cdte ML. ULD BUHALI
Entrevista a Mohamed Lamin Uld Buhali, veterano de la guerra saharaui, uno de los fundadores del Frente Polisario y ex ministro de defensa saharaui, conversación concedida al canal RASD-24 el pasado lunes. El carismático dirigente militar analiza la actual guerra que los saharauis están librando en contexto diferente a la anterior y la dinámica con que ésta se va a ganar a un Marruecos anegado en un sinfín de problemas políticos, económicos y revueltas sociales, tanto interior como en el contexto regional africano y árabe. El video se puede visualizar aquí en su versión hasania.
Por nuestra naturaleza los saharauis no somos
belicistas, sí somos amantes de la paz y amantes de la libertad. Y la independencia
exige y obliga ir a la guerra, esto es inevitable, impone el combate como una
de las vías usadas a través de la guerra. Y ¿por qué? Nosotros buscamos nuestra
independencia y para ello tienes que hacer sentir al ocupante que no entiende
otra lengua que no sea la de la fuerza, la de la guerra. Nosotros hemos llevado
a cabo una guerra de dieciocho años continuada desde su primera etapa y que evidentemente
ha sido excelente en cuanto a nuestra capacidad en los combates, en la cantidad
de soldados enemigos capturados, en el
trofeo capturado, en cuanto a los territorios liberados, en cuanto al dominio
que le impusimos a todas las fuerzas enemigas. Una guerra que hemos desencadenado
con unas capacidades desbordantes que ha demostrado el combatiente saharaui y
con una fuerte convicción.
Desde el cese el fuego hasta el 13 de noviembre
la situación había transcurrido como ni paz ni guerra. Pero por lo visto era
una paz falsa y con trampa, y claro está, la guerra estaba paralizada por las
Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, las misiones de la MINURSO, las
misiones de cese el fuego etc etc. Todos ellos no aportaron nada. Y son más de
veinte años sin ningún aporte positivo que pudiera darle confianza al pueblo
saharaui para que lograra su derecho en el más breve tiempo posible. Ni tampoco
infundió confianza al combatiente saharaui para dejar el combate. Porque la
solución se veía que iba tomando su verdadero itinerario. Entonces al final no
hubo espacio para una solución ni tampoco para el cese el fuego de forma
definitiva. Y esto nos ha demostrado que Marruecos es un país agresor ocupante,
malvado, tramposo, sin compromiso y sus intenciones claramente son siempre
malévolas porque es engañoso.
Al invasor marroquí lo conocemos desde el
primer día que ocupó el Sahara en colaboración con la Mauritania de entonces.
Cuando repartió los territorios del Sahara con Mauritania entregándoles la
región de Dajla y él se quedó con la región de El Aaiun y estos son los
territorios que se repartieron durante el inicio de la invasión en 1975.
Entonces la guerra continúo desarrollando su marcha por una parte contra
Mauritania y por otra contra Marruecos. En unas circunstancias especiales
Mauritania se dio cuenta que su participación en la guerra era un error y a la
vez se dio cuenta que su capacidad militar no le favorece en la continuidad en
la guerra y es cuando comenzó a buscar la forma con la que podría abandonarla.
Mientras que Marruecos actuaba como el demonio que quería devorar a todos.
Poseer lo que tenía y después lo que tenía Mauritania, ocupado ese territorio. Antes
no reivindicaba la parte que tenía Mauritania. Pero cuando Mauritania tras el
reparto declaró su retirada de la zona que tenía bajo su dominio, que era la
ciudad de Dajla, Marruecos empezó a concentrar sus tropas con el propósito de
conquistar esa región. Y esto significa que la verdadera razón de su invasión carecía
de razón ni pretexto y su intención era eliminar al pueblo saharaui y
apoderarse de su territorio. Entonces para él el pueblo saharaui debería ser
arrojado al mar para que desapareciera para siempre. Una parte la tenía
Mauritania y la otra Marruecos, y cuando Mauritania abandonó esa parte
Marruecos dijo: conquistadla.
Marruecos desde el primer momento es de sobra
conocido por tratar de ocultar la realidad de la guerra, es decir desde 1975 en
nuestra primera guerra de liberación. Sin embargo, la intensidad de las
batallas, el número de soldados capturados en sus filas, la dimensión de las
derrotas que ha sufrido las Fuerzas Armadas Reales, FAR, y su expulsión de los
territorios que había ocupado, han desenmascarado sus pretensiones y sus discursos.
Y a la vez desacreditó todos sus argumentos, porque ya no se trata de tergiversaciones
sino de hechos objetivos y evidentes en el terreno. El mundo estaba observando, territorios que
se liberaban, los trofeos de la guerra, la cantidad de soldados capturados y el
número elevado de sus muertos y heridos en los combates. A pesar de que nosotros conocemos la abismal
desproporción entre los marroquíes y los saharauis. Sin embargo, nuestra
capacidad, convicción y la moral con las que está armado el soldado saharaui no
son las mismas que impulsan al soldado marroquí. Porque este soldado marroquí
está empujado a un desconocido lugar del que no sabe nada e ignora el resultado
y tampoco conoce los impulsos que lo empujan a tierras de otros para morir. Sin
embargo, el saharaui sabe que está combatiendo por su patria, tierra por la que
debe caer por su liberación.
En cuanto al regreso de la guerra y las
circunstancias y el poco tiempo que llevamos en ella desde la vuelta con el
golpe de El Guerguerat, estamos hablando de hace aproximadamente unos tres
meses, si nos fijamos en la naturaleza de las operaciones militares vemos que
son las más adecuada para esta fase de la guerra. Creo que para este escenario
no existe otro formato, ya sea en cuanto a ejecutar ataques contra las fuerzas
marroquíes, o ya sea en cuanto a la respuesta del Ejército Saharaui contra las
tropas marroquíes, al igual que la respuesta que están ofreciendo nuestros
medios de defensas aéreos contra las tropas marroquíes en tanto sus incursiones
aéreas y terrestres, para que nuestra respuesta sea completa, fuerte, con sus
efectos y sus efectivas energías. Y esto es lo razonable, para que nos damos
cuenta si estamos en una guerra o no. Cuando estamos en la guerra nos
involucramos en ella hasta lo máximo. Y esto es muy conocido en la personalidad
del combatiente saharaui, se implica hasta el fondo. Pero cuando vemos que no
es el momento necesario por razones o circunstancias, debemos entender que
estamos en otros escenarios que no nos permite este alcance. Y es por ello que
debemos cesar cuando lo veamos necesario y volver a ponernos en marcha en el
momento justo. Creo que estas actuales circunstancias nos conducen
verdaderamente entrar en la guerra y sin reparos, ya sea en cuanto a nuestras
fuerzas antiaéreas como terrestres. Marruecos está demostrando no ser un país
serio en el que se puede tener confianza, no ofrece relaciones basadas en la
seriedad, es un país falso. Un día puede estar al lado de los sionistas o con
los norteamericanos, en otras circunstancias puede estar predicando contra la
injusticia, sea como fuera. Es un país conocido por la maldad y al malvado no
se le trata sino con la contundencia de la fuerza. Y esa fuerza con la que se
responde debe ser más contundente que la propia maldad del agresor para que
entienda hasta dónde puede llegar el alcance de su agresión.
Creo que la cuestión es muy sencilla, nosotros hemos llevado el primer año de la guerra de liberación en 1975 y hemos continuado en el combate durante casi veinte años o más. ¿Podrá el mundo tener sospecha sobre cómo el pueblo saharaui llevará su combate liberador?, ¿o cuestionar las batallas del Ejército de Liberación Saharaui? ¿o la veracidad de las operaciones militares?, ¿el número de muertos?, ¿el número de prisioneros?, ¿la cantidad de material de guerra recuperado?, ¿los aviones derribados?, ¿los tanques destruidos en el terreno de batalla? Creo que aquí no debe haber dudas. Ni caben dudas de que aquí hay un pueblo saharaui cuya respuesta ha sido y es contundente y sigue con esa limpia respuesta, que parte de una fuerza de dimensión inestimable.
Antes Marruecos trató de usar El Guerguerat,
cuando no es más que un pequeño eslabón, para que esta zona se convirtiera en
un paso de narcotráfico y de mercancías de norte al sur, es decir de Europa a
África. Era un objetivo que los marroquíes pretendían y con este modus operandi
intentaban ganar adeptos. Los saharauis no creían que Marruecos pudiera violar
de esta forma esta parte del territorio, aunque la respuesta no estaba prevista
que fuera con las armas. Pero cuando confirmó que los marroquíes habían
atravesado las fronteras desde El Guerguerat hacia la otra parte, esto ya
significaba de por sí que la guerra se nos había impuesto.
Así se convirtió ya un en asunto que compete al
Ministerio de Defensa y a los líderes saharauis. Pero creo que la guerra tomará
su verdadera ruta estipulada y más eficaz en las próximas semanas y no quedará
estacionada en la actual dinámica. Y aquí se plantea una interrogante: ¿Cuál
sería el otro escenario fuera de la opción de la guerra? Y en mi opinión creo
que no hay otra opción, porque estas opciones se imponen por sí mismas y la
opción de la guerra se impuso para el pueblo saharaui en la época anterior y en
la actual. Y en esta ocasión las razones son más contundentes que la vez
anterior. Marruecos es un país de ambiciones territoriales, es un país
malicioso, su análisis de la situación es erróneo. No respeta los derechos
humanos ni respeta a los dueños de la tierra y siempre ha soñado anexionar
territorios de los vecinos sea como fuera, como hizo en el pasado con Mauritania
y como lo está haciendo con los saharauis. Este es el modus operandi con el que
actúa Marruecos, es decir la agresión y la ambición. Ahora el pueblo saharaui
está ante sólo una opción, y es la de empuñar las armas con fuerza y plantar una
férrea resistencia al ocupante hasta que este agresor se ciña a la razón y
acepte la solución acorde al derecho internacional, que es reconocida por las
Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, la solución que la propia Naciones
Unidas estaba organizando a través de la MINURSO.
Hay cosas que las personas son capaces de
predecir y otras no. Nosotros tenemos la convicción de que sin una guerra
aleccionadora no se puede recuperar el derecho del pueblo saharaui. Y esta es
una firme realidad. ¿Por qué? Porque Marruecos no es un país que se interese
por el derecho de los pueblos, no es un país que vele por no derramar sangre,
no tiene esas preocupaciones. No calcula
los atropellos que ha cometido contra los pueblos, no les interesa, su objetivo
es ocupar y ocupar por la fuerza. Tampoco se interesa en reconocer sus muertos
en la guerra ni en que se conozcan sus derrotas. Esta es nuestra experiencia de
la anterior guerra, porque es simplemente un régimen malvado, astuto, que ha
podido resistir a esa fuerte maquinaria interior y ha seguido resistiéndola
como la resistió en los primeros años. Por ello creo que la próxima etapa será
decisiva y se determinará el enfrentamiento porque el pueblo saharaui no tiene
otra opción que no sea la de las armas, el combate que emana de la propia
experiencia adquirida de día y de noche y con continuidad hasta que logre la
liberación de la totalidad de la tierra. El combatiente saharaui no es quien va
determinar la prolongación de la guerra sino el propio Marruecos, porque es el
ocupante, y es quien debe decidir cuándo cesará la guerra o hasta cuando
seguirá desarrollándose. Y el pueblo saharaui seguirá luchando con
determinación y bravura hasta el día en que Marruecos levantará la bandera
blanca pidiendo el cese el fuego y requiriendo una solución.
En esta guerra ya no se trata de estimar o subestimar
cada generación buscando el peso de cada cual, porque el valor de una
generación es su acción en el terreno. Cuántos han ingresado en las filas del Ejército
saharaui, cuántos se entrenan, cuántas capacidades se están reuniendo, su
capacidad en desarrollar batallas, su metodología en las batallas, las derrotas
que se asestarán al enemigo, y la estrategia con la que se golpeará a las
fuerzas enemigas. Estas son las generaciones que liberan a los pueblos, que
conquistan los derechos porque el enemigo no concede ningún derecho si no se le
arranca.
Estoy seguro de que las generaciones saharauis
no pueden traer una solución sin que haya desplegado sus esfuerzos con una clara
determinación en la lucha armada y solamente la lucha armada, ni más ni menos.
Se trata de un miserable enemigo, sin moral, sin valores, al que sólo le
interesa matar a los seres humanos, usurpar la tierra de los otros, expoliar
sus riquezas, estas son sus intenciones. Y el pueblo saharaui no debe esperar a
que Marruecos se enderece en algún momento, sino que debe comprender que el
enemigo marroquí es un enemigo despiadado que seguirá determinado en exterminar
el pueblo saharaui. En este contexto, ¿permitirá el pueblo saharaui que su
existencia sea eliminada y entregará sus armas o el pueblo Sahara saharaui
rechazará entregarse y rechazará su aniquilación continuando su lucha con
determinación y sin contemplación? Y esto último es lo lógico, porque no hay
otra lógica.
El pueblo saharaui es un pueblo limpio, por su
naturaleza no agrede a los otros pueblos, pero sí que reivindica sus derechos y
nunca va a renunciar a ellos. Como última palabra el pueblo saharaui lleva a cabo
una guerra y aquí sólo hay una opción ya que no se le ha permitido otra. Por
tanto, sólo le queda seguir empuñando las armas y luchar hasta el final. «O nos exterminarán y no quedará ningún saharaui sobre la faz de la tierra o lograremos nuestra independencia y conquistaremos nuestro derecho, arrebatándolo de las manos de los enemigos invasores, quieran o no quieran»
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